Maestrazgo. Palabras de lucha
Habitándote he llorado, ruda tierra milenaria, no podía soportar tanta belleza bruta, tanta vida intacta. Con el blanco de las nieblas al clarear he llorado sobre barrancos y ríos, cuando los olores quietos anuncian día de brumas, sobre tus montes antiguos verde oliva de invierno. Descansan tus insólitos valles entre cumbres indefinidas en hileras contrechas, se pueblan de carrascas, romeros y sabinas y, de repente, profundas hoces. Surgen órganos de roca, crestas de coronas calizas - señalando el cielo - Hacen piruetas las cabras y los buitres reposan. Viviéndote tierra, dicha y alma, acostumbré la mirada, te hice mía. A veces te habito desde otros lugares. Si sé que estás bien, descanso. Desde la cima de un cerro miro el quieto paisaje, limpio. El silencio sobrecoge. Renazco. Crece en mí un vacío lleno del ahora, es todo cuanto quiero. “Maestrazgo, donde el silencio habla”, dice el lema, ¡es muy cierto! Pero ahora todo ha cambiado, Llegan noticias de amenaza y muerte. Altas fábricas de resina y metal coronarán los altos y muelas, 'sin permiso de la biosfera', aspas que desde el cielo matan a cambio de promesas de dinero, avaladas desde un ministerio. Destrozan Red Natura, mienten con descaro, falsean estudios, ¡qué ley más interesada cuando pagar por matar no es delito! Vienen a salvar los pueblos, dicen, con contratos vergonzosos, ¡ladrones de la buena fe! Sus negocios no son nuestros; me duele la injusticia, el abuso, la opulencia, que cada pueblo sea solo si le dejan ser. “Maestrazgo, donde el silencio habla” Es hora de cambiar el aire mudo por palabras de lucha. Armadas hasta los dientes de amor y rabia. De amor a la tierra, de miedo a no ser nada si perdemos la batalla. Nuestras armas son palabras (esgrimimos argumentos), nuestro bando, la esperanza (no el oro ni el negocio). Con rimas o canciones, con astucia, con razón, contándolo con leyes, ¡con tantos otros paisajes! Con todo.
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