Reducir la huella ecológica es el objetivo que, ante el efecto invernadero, el cambio climático y el daño a la naturaleza debemos plantearnos a todos los niveles.

Sabemos que la toma de conciencia en este sentido es creciente, pero no suficiente. A nivel personal y familiar debemos realizar un consumo responsable e ir reduciendo el empleo de combustibles fósiles para movernos, calentarnos y refrigerarnos. El esfuerzo en este sentido debe centrarse en la construcción bioclimática, la eficiencia energética de edificios, un uso mayor de los transportes públicos y subvenciones para estos fines a las personas y familias con rentas bajas.

En los planos local y provincial habría que apostar decididamente por el autoconsumo de energía, las comunidades energéticas y la energía distribuida, disminuyendo así el empleo de combustibles fósiles. Hay ejemplos significativos en este sentido, pero debería facilitarse y generalizarse el surgimiento de muchos más. Sabemos que en Teruel el autoconsumo crece año tras año y que se crearon comunidades energéticas en algunas localidades, encontrándose en distintas fases de creación y/o explotación.

Las comunidades autónomas y el Estado deben ordenar el territorio y planificar para evitar que el despliegue de las energías alternativas perjudique paisajes singulares, suelos fértiles, flora, fauna y patrimonio histórico, contribuyendo así a la soberanía alimentaria y al desarrollo rural. Esto se conseguirá dando prioridad al despliegue del autoconsumo, las comunidades energéticas y la energía distribuida ya mencionados. Muchas/os estamos convencidos de que en Teruel, Aragón y España estos objetivos no son atendidos suficientemente por las administraciones públicas.

La Plataforma ALIENTE (Alianza Energía y Territorio) mostró en un estudio realizado junto con el Observatorio de Sostenibilidad en 2022 que es posible obtener la energía proyectada usando sólo las zonas hasta ahora alteradas, sin afectar nuevos espacios.

Actuar así sería lo coherente con el objetivo de reducir la huella ecológica que también compete a administraciones públicas y empresas.

Son ejemplos en este sentido Corea del Sur, donde colocan placas solares en las medianas de las autovías, la localidad de Reus donde su Ayuntamiento y el Polígono Industrial Agro Reus han creado la mayor comunidad energética de Cataluña, la localidad alicantina de Crevillent que creó la primera comunidad energética local de España y Luco de Jiloca que levantó la primera comunidad energética local de iniciativa ciudadana en nuestra provincia.

Consideremos también que en España sólo el 4% de los municipios cuentan con comunidad energética y que ocupa el cuarto lugar en Europa por autoconsumo de energía, muy distanciada de Alemania, Polonia y Países Bajos.

Seamos coherentes con nuestro compromiso de reducir la huella ecológica a todos los niveles y repensemos la transición energética para que, huyendo de procesos especulativos, sea realmente justa.

Pablo Jorge Pinazo.

Plataforma a favor de los paisajes de Teruel

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